"Navegando el mar de la Inteligencia Emocional en la Educación"
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(Vallarelli, 2024) |
Las emociones son respuestas
complejas y automáticas del organismo ante estímulos internos o externos que se
perciben como significativos. Estas respuestas incluyen cambios fisiológicos,
cognitivos y conductuales que afectan el estado mental y físico de una persona,
estas pueden variar en intensidad y duración,
e involucran sentimientos como la alegría, la tristeza, el miedo, la
ira, el amor, entre otros, como menciona, Tomás (2014) “¿Qué es la emoción?
Estado afectivo que experimentamos acompañado de cambios orgánicos
(fisiológicos y endocrinos) de origen innato o influidos por la experiencia”
(p.5).
La inteligencia emocional
permite manejar, las emociones propias de forma efectiva, entender y responder
adecuadamente a las emociones de los demás, estableciendo relaciones
interpersonales positivas y productivas. Es una habilidad que se puede
desarrollar a lo largo de la vida y que conduce a una mayor satisfacción y
éxito en todas las áreas de la vida, Goleman,
citado por (Marín y Sanabria, 2023, p.71) menciona que, “Inteligencia
emocional es la capacidad de expresar nuestros sentimientos del modo más
adecuado y eficaz, posibilitando la colaboración en la consecución de un
objetivo común”.
La inteligencia emocional
incluye cinco habilidades principales como lo son la autoconciencia emocional,
que consiste en reconocer las propias emociones y sus efectos, la
autorregulación, que busca manejar las emociones de manera adecuada y controlar
los impulsos, así mismo, la motivación para usar las emociones de manera positiva
para motivarse y alcanzar metas y objetivos, también la empatía para comprender
y percibir las emociones de los demás, por último, las habilidades sociales,
que incluyen la administración de relaciones y la construcción de redes de
apoyo con familiares, amistades, pares y docentes. La inteligencia emocional
puede mejorar las relaciones interpersonales, ayuda a reconocer el valor y las
necesidades de las personas que los rodean,
aumentar la productividad escolar, reducir el estrés y tomar decisiones
más asertivas. Marín y Sanabria (2023) comentan, “Otro aspecto es que la
inteligencia emocional también le ayudará a establecer relaciones
interpersonales y a vivir la amistad con una actitud de empatía” ( p.63).
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(EDUCREA, 2017) |
Las emociones y la
inteligencia emocional desempeñan un rol crucial en el proceso educativo, tanto
para los estudiantes como para los docentes, los estudiantes que experimentan
emociones positivas, como entusiasmo, curiosidad o motivación, tienden a
mostrar un mayor compromiso y disposición para aprender. Por el contrario, las
emociones negativas, como el miedo, la ansiedad o el aburrimiento, pueden
obstaculizar el aprendizaje y afectar el rendimiento académico.
Es importante que los docentes reconozcan y validen las emociones de sus estudiantes, creando un ambiente seguro y propicio para el aprendizaje. Cuando los alumnos se sienten comprendidos y valorados, es más probable que se involucren activamente en el proceso educativo.
En el aula, la inteligencia
emocional facilita la resolución de conflictos, promueve relaciones sanas entre
compañeros y fomenta un ambiente de respeto y colaboración, además, los
estudiantes con altos niveles de inteligencia emocional suelen tener una mayor
capacidad para regular sus emociones, lo que les permite mantener la
concentración, el enfoque en las tareas académicas, incrementa la motivación
por aprender cosas nuevas y desarrollan mejor la creatividad, como afirma, Marín
y Sanabria (2023) “El aprendizaje se convierte en un proceso emocionante, en un
desarrollo personal y grupal que contagia y crea un ambiente favorable y el
conocimiento en una pasión para toda la vida” (p.64).
Por su parte, los docentes
deben cultivar su propia inteligencia emocional para ser capaces de crear un
clima emocional positivo en el aula, promoviendo la motivación y el compromiso
de sus estudiantes, ser más empáticos, podrán manejar mejor las situaciones de
estrés y pueden establecer relaciones más sólidas y constructivas con sus
alumnos.
Además, la inteligencia
emocional de los docentes les permite identificar y abordar de manera efectiva
las necesidades emocionales de sus estudiantes, brindando el apoyo y la
orientación necesarios para su desarrollo integral.
En conclusión, las emociones
y la inteligencia emocional son componentes fundamentales en el proceso
educativo. Al reconocer y cultivar estas habilidades emocionales, tanto en los
estudiantes como en los docentes, se promueve un ambiente propicio para el
aprendizaje, se fomentan relaciones sanas y se desarrollan habilidades
esenciales para el éxito académico y personal.
El reto educativo está en tener docentes emocionalmente inteligentes que puedan integrar el desarrollo intelectual y emocional; convertir los centros educativos en espacios felices, placenteros y lúdicos, en los cuales la convivencia y el aprendizaje conduzcan a la formación de jóvenes competentes, felices y emprendedores. En otras palabras, jóvenes inteligentes emocionalmente. (Marín y Sanabria, 2023, p.67)
Referencias Bibliográficas
EDUCREA. (3 de Septiembre de 2017). Las Emociones en el
Aula: Propuesta Didáctica para Educación Infantil [Imagen 2]. Obtenido de
Educación Parvularia: EDUCREA: https://educrea.cl/las-emociones-aula-propuesta-didactica-educacion-infantil/
Marín, G., y Sanabria, M. (2023). Adolescencia
Oportunidad y reto (Sexta reimpresión). EUNED.
Tomás, P. (2014). RECONOCIENDO LAS EMOCIONES.¿QUÉ
SON Y PARA QUE SIRVEN? [Pdf, UNED]. https://extension.uned.es/archivos_publicos/webex_actividades/5413/reconociendolasemocionesquesonyparaquesirven.pdf
Vallarelli, L. (2024). Inteligencia emocional en niños
y adolescentes: ¿Cómo desarrollarla desde niños? [Imagen 1]. Obtenido de
cronoshare: https://www.cronoshare.com/comunidad/p/salud/psicologia/como-desarrollar-inteligencia-emocional-ninos
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